Destacan en principio Montesquieu y Voltaire.
La segunda generación cuenta con los franceses Diderot, D’Alembert,
Rousseau y el británico Hume. En la tercera generación de ilustrados destaca
la figura de Kant.
Más que un conjunto de ideas fijas, la Ilustración implicaba una actitud, un método de pensamiento.
De acuerdo con el filósofo Immanuel Kant, el lema
de la época debía ser “atreverse a conocer”. Surgió un deseo de
reexaminar y cuestionar las ideas y los valores recibidos, de explorar
nuevas ideas en direcciones muy diferentes; de ahí las inconsistencias y
contradicciones que a menudo aparecen en los escritos de los
pensadores del
siglo XVIII.
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