En clase estuvimos viendo varios
términos aquí les dejamos algunos
cabe mencionar que es el que mas nos
gusto por eso se los dejamos
Aristóteles expone sus reflexiones éticas en la
"Ética a Nicómaco", fundamentalmente. Sus otras dos obras sobre el
tema son la "Ética a Eudemo", que recoge elementos de la reflexión
aristotélica de su período de juventud y, por lo tanto, anteriores a la teoría
de la sustancia, por lo que contienen algunos vestigios de platonismo; y la
"Gran Moral", en la que se resumen las ideas fundamentales de la
"Ética a Nicómaco", por lo que lo que coincide con el Aristóteles de
la madurez; ninguna de ellas aporta, pues, algo distinto a lo expuesto en la
"Ética a Nicómaco"
La ética de Platón, al igual que la socrática,
identificaba el bien con el conocimiento, caracterizándose por un marcado
intelectualismo. Por naturaleza el hombre tiende a buscar el bien, por lo que
bastaría conocerlo para obrar correctamente; el problema es que el hombre
desconoce el bien, y toma por bueno lo que le parece bueno y no lo que realmente
es bueno. De ahí que Platón en la República, en la explicación del mito de la
caverna, insista en que la Idea del Bien debe necesariamente conocerla quien
quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en su vida pública,
una Idea de Bien que es única y la misma para todos los hombres. Para
Aristóteles, sin embargo, en consonancia con su rechazo de la subsistencia de
las formas, no es posible afirmar la existencia del "bien en sí", de
un único tipo de bien: del mismo modo que el ser se dice de muchas maneras,
habrá también muchos tipos de bienes.
"Todo arte y toda investigación científica, lo
mismo que toda acción y elección parecen tender a algún bien; y por ello
definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a que todas
las cosas aspiran".
"Siendo como son en gran número las acciones y las artes y ciencias,
muchos serán por consiguiente los fines. Así, el fin de la medicina es la
salud; el de la construcción naval, el navío; el de la estrategia, la victoria,
y el de la ciencia económica, la riqueza".
La Ética a Nicómaco comienza afirmando que toda acción
humana se realiza en vistas a un fin, y el fin de la acción es el bien que se
busca. El fin, por lo tanto, se identifica con el bien. Pero muchas de esas
acciones emprendidas por el hombre son un "instrumento" para
conseguir, a su vez, otro fin, otro bien. Por ejemplo, nos alimentamos
adecuadamente para gozar de salud, por lo que la correcta alimentación, que es
un fin, es también un instrumento para conseguir otro fin: la salud. ¿Hay algún
fin último? Es decir, ¿Hay algún bien que se persiga por sí mismo, y no como
instrumento para alcanzar otra bien? Aristóteles nos dice que la felicidad es
el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. La naturaleza
nos impele a buscar la felicidad, una felicidad que Aristóteles identifica con
la buena vida, con una vida buena. Pero no todos los hombres tienen la misma
concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad: para unos la felicidad
consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros en los honores,
etc. ¿Es posible encontrar algún hilo conductor que permita decidir en qué
consiste la felicidad, más allá de los prejuicios de cada cual?
No se trata de buscar una definición de felicidad al
modo en que Platón busca la Idea de Bien, toda vez que el intelectualismo platónico
ha sido ya rechazado. La ética no es, ni puede ser, una ciencia, que dependa
del conocimiento de la definición universal del Bien, sino una reflexión
práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la actividad humana en
donde encontremos los elementos que nos permitan responder a esta pregunta.
Cada sustancia tiene una función propia que viene determinada por su
naturaleza; actuar en contra de esa función equivale a actuar en contra de la
propia naturaleza; una cama ha de servir para dormir, por ejemplo, y un
cuchillo para cortar: si no cumplen su función diremos que son una
"mala" cama o un "mal" cuchillo. Si la cumplen, diremos que
tienen la "virtud" (areté) que le es propia: permitir el descanso o
cortar, respectivamente; y por lo tanto diremos que son una "buena"
cama y un "buen" cuchillo. La virtud, pues, se identifica con cierta
capacidad o excelencia propia de una sustancia, o de una actividad (de una
profesión, por ejemplo).
Del mismo modo el hombre ha de tener una función
propia: si actúa conforme a esa función será un "buen" hombre; en
caso contrario será un "mal" hombre. La felicidad consistirá por lo
tanto en actuar en conformidad con la función propia del hombre. Y en la medida
en que esa función se realice, podrá el hombre alcanzar la felicidad. Si sus
actos le conducen a realizar esa función, serán virtuosos; en el caso contrario
serán vicios que le alejarán de su propia naturaleza, de lo que en ella hay de
característico o excelente y, con ello, de la felicidad.
Si queremos resolver el problema de la felicidad, el
problema de la moralidad, hemos de volvernos hacia la naturaleza del hombre, y
no hacia la definición de un hipotético "bien en sí". Ahora bien, el
hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, por lo que junto a las
tendencias apetitivas propias de su naturaleza animal encontraremos tendencias
intelectivas propias de su naturaleza racional. Habrá, pues, dos formas propias
de comportamiento y, por lo tanto, dos tipos de virtudes: las virtudes éticas
(propias de la parte apetitiva y volitiva de la naturaleza humana) y las
virtudes dianoéticas (propias de la diánoia, del pensamiento, de las funciones
intelectivas del alma).
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