ética y moral
La palabra ética proviene del griego êthos y significaba,
primitivamente, estancia, lugar donde se habita. Posteriormente, Aristóteles
afinó este sentido y, a partir de él, significó manera de ser, carácter. Así,
la ética era como una especie de segunda casa o naturaleza; una segunda
naturaleza adquirida, no heredada como lo es la naturaleza biológica. De esta
concepción se desprende que una persona puede moldear, forjar o construir su
modo de ser o êthos.
¿Como se adquiere o moldea este êthos, esta manera de ser?
El hombre la construye mediante la creación de hábitos, unos hábitos que se
alcanzan por repetición de actos. El êthos o carácter de una persona estaría
configurado por un conjunto de hábitos; y, como si fuera un círculo o una
rueda, éste êthos o carácter, integrado por hábitos, nos lleva en realizar unos
determinados actos, unos actos que provienen de nuestra manera de ser
adquirida. Una segunda naturaleza
La palabra moral traduce la expresión latina moralis, que
derivaba de mos (en plural mores) y significaba costumbre. Con la palabra
moralis, los romanos recogían el sentido griego de êthos: las costumbres
también se alcanzan a partir de una repetición de actos. A pesar de este
profundo parentesco, la palabra moralis tendió a aplicarse a las normas
concretas que han de regir las acciones.
Así, pues, desde la etimología, hay poca diferencia entre
ética y moral: una y otra hacen referencia a una realidad parecida. Pero hoy,
pese a que a menudo se usan de manera indistinta como si fuesen sinónimos, se
reconoce que tienen significados divergentes.
Dos
niveles diferentes
Tan antiguo como la misma humanidad es el interés por
regular, mediante normas o códigos, las acciones concretas de los humanos; en
todas las comunidades, en todos los pueblos, sociedades o culturas encuentran
prescripciones y prohibiciones que definen su moral.
Pirata En cada comunidad, incluso en la tripulación de un
barco pirata, hay acciones obligadas y acciones prohibidas, acciones loables y
acciones reprobables. Un pirata tiene que mostrar valor en el combate y
justicia en el reparto del botín; si no lo hace así, no es un ‘buen’ pirata.
Cuando uno hombre pertenece a una comunidad más grande, el alcance de sus
obligaciones y prohibiciones se hace más grande; siempre hay un código al cual
se ha de ajustar bajo pena de deshonra pública.
La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al
mal, destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se
concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por cada individuo,
regulan sus actos, su práctica diaria. Ahora bien, ni las normas o códigos
morales se proclaman como el código de circulación, ni cada persona asume o
incorpora automáticamente el conjunto de prescripciones y prohibiciones de su
sociedad, ni cada sociedad o cultura formulan los mismos juicios sobre el bien
y el mal. Es por todo eso que la moral a menudo es un conjunto de preguntas y
respuestas sobre qué debemos hacer si queremos vivir una vida humana, es a
decir, una vida no con imposiciones sino con libertad y responsabilidad.
Ética: ¿por qué estas normas?
Moral: normas que regulan nuestros actos
La ética, por otro lado, es una reflexión sobre la moral. La
ética, como filosofía de la moral, se encuentra en un nivel diferente: se
pregunta por qué consideramos válidos unos y no otros comportamientos; compara
las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su
fundamento y legitimación; investiga lo qué es específico del comportamiento
moral; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda
conducta; crea teorías que que establezcan y justifique aquello por el que merece la pena vivir.
La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un
estudio o reflexión sobre qué origina y justifica estas pautas. Pero las dos,
si bien son distinguibles, son complementarias. Del mismo modo que teoría y
práctica interaccionan, los principios éticos regulan el comportamiento moral
pero este comportamiento incide alterando los mismos principios. A menudo los
conflictos de normas morales que aparecen cuando tenemos que tomar decisiones
son el motor que nos impulsa a una reflexión de nivel ético. Es por ello que
Aranguren, reconociendo la vinculación entre teoría y práctica, llama a la
ética moral pensada y a la moral, moral vivida.
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